No hay países exitosos cuando hay una población en estado de extrema pobreza. Panamá ha tenido una destacada trayectoria económica en las últimas décadas. Al mismo tiempo que se completó la infraestructura logística del país, el producto interno bruto aumentó significativamente. Si bien somos la joya de América Latina, nuestros indicadores de pobreza multidimensional son alarmantes. Casi el 33% de los menores del país se encuentran en extrema pobreza, y cuando se analiza la situación local tenemos un panorama dantesco: el 81% de los niños de la comarca Emberá Wounaan, el 95,4% de los Ngäbe Buglé y el 99,3% de los de Guna Yala, viven en esta condición. Aunque más de la mitad de los pobres de Panamá se encuentran fuera de las regiones, la concentración de tanta pobreza extrema en estas comunidades debe motivar un replanteamiento radical de las políticas públicas del Estado panameño. La gestión sanitaria, educativa y productiva de los grupos originarios mantiene un desfase histórico, que casi parece más una acción benéfica que el pleno despliegue de los bienes y servicios públicos que merecen. Los indicadores de los estudios de pobreza multidimensional apenas revelan la superficie del problema. Se necesitan más y mejores estadísticas y correctivos para evitar más miseria en los distritos y en las poblaciones más vulnerables de Panamá. que casi parece más una acción caritativa que el pleno despliegue de los bienes y servicios públicos que merecen – LA PRENSA, 10 de marzo

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